miércoles, 3 de agosto de 2016

Mal uso de dispositivos médicos: un enemigo invisible de las instituciones de salud

La sofisticación de los equipos médicos brinda amplias ventajas para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Es así como médicos y enfermeras cuentan con datos más precisos y agilidad en la disponibilidad de resultados, además se abre un panorama de nuevas posibilidades para la sociedad en general.
El sector salud ha entrado en una dinámica competencia en la que los hospitales y clínicas están deseosos de adquirir lo último en tecnología pretendiendo así mantenerse a la “vanguardia” y atraer la atención de los pacientes quienes al estar cada vez más informados, exigen ser tratados con dispositivos de última generación con la esperanza de encontrar en estos soluciones eficaces y de calidad.

Con este comportamiento afanoso, las instituciones de salud solo han percibido de la tecnología los beneficios sumergiéndose en el asombro de estos, y le han cedido terreno a un nuevo enemigo, uno muy peligroso, que sigilosamente se ha instalado y se oculta detrás de esta nueva generación de dispositivos: el mal uso, compañero invisible que le imprime altos niveles de riesgo y peligro al ambiente hospitalario, aquel que permite que los eventos e incidentes adversos se disparen por muchas razones y que tiene preocupadas a agencias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA). En el año 1999, el Instituto de Medicina de Estados Unidos publicó el documento ‘To err is human’ (Errar es de humanos) en el cual se reveló que se presentaron entre 44 mil a 90 mil casos de muertes prevenibles solo en Estados Unidos. Cifras similares se identificaron también en el Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda; de hecho, publicaciones del año 2013 estiman de 210 mil a 400 mil casos anuales de eventos adversos evitables debidos a fallas humanas.